COMO ÉL NOS VE

1. La obra maestra de la Deidad.

Haber sido creado

a imagen y semejanza de Dios, el ser humano es partícipe de un privilegio especial, que lo hace una raza única, y que lo habilita para cumplir con eficacia la tarea que Dios le asignó desde el principio: ser administrador de losbienes terrenales.

2. El «especial tesoro» del Señor

El pecado nos

convirtió en esclavos de Satanás, el libertinaje demoníaco nos quitó la genuina libertad. Nuestra servidumbre planteó la necesidad de que fuéramos liberados de nuestro opresor. Esa liberación se hizo mediante la redención, la obra que Dios llevó a cabo por medio de la sangre de su Hijo. Ahora, los redimidos constituyen el tesoro más valioso de Dios en la tierra.

3. El templo del Dios viviente

La obra de Cristo

nos ha elevado a una posición que los ángeles desean tener, puesto que Dios ha hecho de nosotros, humildes vasos de barro, el depósito donde ha derramado su Espíritu. Mientras que Satanás ha movido todas las huestes del mal para que seamos su sinagoga, Dios ha hecho de nosotros un templo en donde habita elEspíritu Santo.

4. Cuando el grande visitó al pequeño

En la eternidad, cuando Dios decidió despojarse de la forma divina, la única opción que consideró viable fue la de hacerse carne, parecerse a nosotros y venir al mundo con un cuerpo humano. Mientras permanecía intacta su naturaleza divina, el

Dios-hombre se acercó a la rutina diaria de nuestra vida a fin de transformar lo ordinario en extraordinario. Y ahora ese Dios que comprende las flaquezas que conlleva ser humano, es nuestro sacerdote en el santuario celestial.


5. De la teoría a la práctica

La experiencia cristiana nos impele a llevar una vida centrada en los demás. El cristiano se caracteriza por hacer que la compasión divina se extienda hacia todos los seres humanos mediante la obra de la iglesia. La religión bíblica es más que formas y rutinas bien elaboradas, es «visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo» (Santiago 1: 27).


6. La ley de Dios y la dignidad humana

La ley de Dios constituye una expresión fehaciente de la vida de libertad a la que Dios nos ha llamado. Ella constituye una expresión de la voluntad de Dios para su pueblo, y nos ha sido dada como una ley personalizada a fin de que nadie sienta que está exento de cumplirla. La ley nos ayuda a vivir una experiencia de terrenal de amor y

servicios enfocados en el otro y no en nosotros.


7. Fue hecho para el ser humano

Dios nos ha dado el día de reposo como un santuario de comunión y de fe en el tiempo. El reposo sabático viene a recordarnos cada semana que el Señor es nuestro proveedor y

que material y espiritualmente dependemos de nuestro Creador. Ese día fue designado para el bienestar de la humanidad, y la iglesia debería hacer de él un tiempo de comunión espiritual, de acercamiento personal y colectivo con Dios y con la comunidad.

8. ¿Pacto o contrato?

La relación de Dios con su pueblo tiene un fundamento pactual. En dicho pacto, lo esencial es lo espiritual y lo perpetuo. El pacto es una expresión de la gracia divina para con todos los seres humanos, y procura que Dios pueda ejercer de manera soberana un completo señorío sobre su pueblo.

9. «A sí mismo se dieron»

La obra de Dios requiere ofrendas generosas. Esas ofrendas nos permiten expresar de manera tangible nuestra gratitud por la gracia de Cristo y, motivados por esa misma gracia, aportamos de nuestros recursos para el avance de la obra. Lo hacemos reconociendo que esa ofrenda material apunta a una realidad mucho más grande: nosotros mismos nos hemos dado a Dios como una ofrenda agradable delante de su presencia.

10. Una evidencia de nuestra fe

La devolución del diezmo más que una responsabilidad, es un privilegio que Dios nos ha dado a todos. Es lamentable que esta práctica espiritual se haya convertido es un mero compromiso para algunos; y para otros, no es más que una acción caduca. Sin

embargo, las enseñanzas bíblicas presentan la devolución del diezmo como una prueba

tangible de que somos gente de fe, gente santa, gente que ha sido apartada para Dios.


11. «Ricos en Dios»

La verdadera riqueza es la que se vive en Dios. Es esa riqueza que nos lleva a creer que dar no es perder, la que nos va vaciando de las preocupaciones materiales y nos llena de confianza en Dios. Es esa riqueza que se demuestra poniendo nuestros recursos y talentos en las manos de Dios

CONVERSATORIO

Dios es nuestro proveedor, que es nuestro privilegio colaborar con su obra y con los que más necesitan y, sobre todo, que Dios da a los que diezman la oportunidad de desarrollar un carácter generoso y desinteresado como el de Cristo. • Cada iglesia debe trabajar con sus miembros, de manera individual, y ayudarles a tomar parte activa en la devolución del diezmo. Cada congregación ha de trabajar pacientemente con aquellos que aún no comprenden la naturaleza espiritual de este asunto

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MINISTERIO DE MAYORDOMÍA

Unión Adventista Panameña